El México Antiguo
EL MÉXICO ANTIGUO.
Dentro de las periodizaciones que dividen las etapas
de la historia de México (antiguo, colonial, independiente, etc.), la del
México antiguo es la más larga, comprende una duración de más de 35 mil años, que
van desde el primer poblamiento por bandas de cazadores recolectores hasta la
ocupación europea. La división territorial que se ha hecho del México antiguo
no se refiere tanto a límites políticos como a límites culturales. Así, se han
fijado tres superáreas culturales: Aridamérica, que abarca el noreste y la
península de California; Oasisamérica, al noroeste; y Mesoamérica, a la mitad
meridional del país.
Una superárea cultural se define como un área
geográfica donde los grupos humanos están “ligados por un conjunto complejo y
heterogéneo de relaciones... que se generan a partir de los intercambios
constantes de bienes, de los desplazamientos transitorios o permanentes de
grupos dentro de la superárea; de los intereses compartidos entre las elites
que gobiernan...”[1], y que además comparten
tradiciones e historia, aunque cada región presenta sus propias
características. Por ejemplo, las sociedades de una misma área cultural pueden
alcanzar distintos niveles de desarrollo. La coexistencia de las tres superáreas
culturales no implicó la uniformidad o imposición de los patrones
socioculturales de alguna de ellas sobre las otras dos.
El México antiguo se divide en los siguientes
periodos: 1) etapa lítica, que va desde el 33 000 a. C. hasta el 5000 a. C.; 2)
protoneolítico, que va del 5 000 al 2500 a. C.; 3) mesoamericano, que va del 2
500 a. C. a 1521 d. C., fecha en que cae Mexico-Tenochtitlan. Este último
periodo se subdivide en las etapas preclásica (2 500 a. C. – 200 d. C.),
clásica (200 – 900 d. C.) y posclásica (900 – 1521 d. C.).
Aridamérica surge con la separación de las sociedades
nómadas y las sociedades agrícolas sedentarias. El norte de México al no verse
favorecido climatológicamente, se vio privado del tránsito hacia la
agricultura. Los grupos que ahí habitaban continuaron con sus actividades de
caza recolección. Aridamérica se caracterizaba por la existencia de grupos
humanos que habitaban las zonas desérticas del norte del país y que se
mantenían fundamentalmente de la recolección de vegetales, y en menor medida de
la caza. Sin embargo también existían grupos de pescadores y cultivadores
incipientes. En Aridamérica existían nueve áreas: centro de California, sur de
California, Gran Cuenca, Noroeste de Arizona, Apachería, Baja California, Costa
de Sonora y Sinaloa, Norte de México y Sur de Texas. Los pobladores de estas
áreas poseían tradiciones culturales muy variadas y no mantuvieron contactos
tan intensos entre sí como las regiones del área mesoamericana, es quizá por
esta razón que no lograron conformar una sólida tradición común. Las
características geográficas de Aridamérica son variadas, a pesar de que el
rasgo dominante es la aridez. Por lo que toca a los recursos de caza estos eran
básicamente animales menores como venados, conejos, topos, pájaros, etc. Tal
parece que la única característica de Aridamérica es la falta de agricultura (y
lo que se deriva del empleo de esta, por supuesto), aunque en algunas áreas
esta es practicada de manera incipiente. Todos los pueblos de las diferentes
áreas practicaban un nomadismo estacional, todos son recolectores cazadores,
cada uno disponiendo de los cursos que el medio natural les proporciona.
El área Oasisamérica se conformó hacia el 500 a. C. La
característica fundamental de esta área cultural es el cultivo, pero en una
región donde las condiciones para dicha actividad no eran tan favorables como
en las regiones mesoamericanas. En efecto, el territorio oasisamericano es una
región más bien desértica, pero marcada por algunas vertientes hidrológicas que
hacían que pudiera desarrollarse, cerca de estos “oasis”, una actividad
agrícola. Las poblaciones de esta área se concentraban en estos oasis. Tal
parece que la agricultura llego vía Mesoamérica. Estos pueblos tuvieron que
desarrollar una tecnología de irrigación, que probablemente fue importada del
sur, para lograr una agricultura que, sin dejar a un lado la caza recolección,
fuera base de su economía. Las culturas Anazazi, Hohokam y Mogollón crearon
canales, terrazas, represas y camellones que transformaron el paisaje del
desierto. Este tipo de obras implica una organización social compleja. Estos
pueblos quizá tendrían una organización de cacicazgo. Los hallazgos arqueológicos
de esta área y de Mesoamérica evidencian una relación de carácter comercial y
cultural. La turquesa, por ejemplo, valorada tanto en Mesoamérica, provenía de
Oasisamérica; y a la vez en Oasisamérica se han encontrado elementos típicos de
Mesoamérica como el juego de pelota. Con todo y este tipo de relaciones, cada
superárea conservo su autonomía. Esta área se encuentra dentro del territorio
aridamericano, y la única diferencia con este es la existencia de estos oasis
que propiciaron el cultivo agrícola. Según divisiones modernas el territorio
oasisamericano está conformado por las siguientes subáreas: Anazazi, Hohokam, Mogollón,
Pataya y Fremont. La cerámica de estas regiones nos muestra personajes míticos,
animales con máscaras, decapitaciones, guerreros, sacerdotes, escenas de caza y
recolección, etc. Uno de los centros más notables de esta área es el de Paquimé,
Chihuahua. Las excavaciones y los objetos encontrados la señalan como una
importante ciudad comercial. Se han hallado una gran cantidad de conchas
provenientes del golfo de California y espejos de pirita y cerámica provenientes
de diferentes áreas de Mesoamérica. Los últimos informes arqueológicos fechan
el florecimiento de Paquimé entre el 1300 y el 1450 d. C.
MESOAMÉRICA
Mesoamérica es un concepto que ha causado polémica a
lo largo de su establecimiento y sobre todo en los últimos 20-30 años. Este
concepto es acuñado por el antropólogo Paul Kirchhoff en 1943 y tuvo como finalidad
la identificación de una superárea cultural. Los criterios que utilizo para
dicha identificación fueron elementos geográficos, étnicos (en su aspecto más
bien lingüístico) y rasgos culturales. Kirchhoff reconoció que las sociedades
que habitaban Mesoamérica[2] eran
cultivadores superiores, y estableció sus fronteras hacia el norte con los ríos
Sinaloa, Lerma y Panuco y hacia el sur hace una línea que va del río Motagua
hasta el Golfo de Nicoya, pasando por el lago Nicaragua. Sin embargo debemos
tener en cuenta que un área cultural nunca es estática, siempre las líneas
fronterizas avanzan o retroceden debido a diversos factores de índole
climática, política, económica, etc. Para establecer una distinción entre los
pueblos mesoamericanos y los de las otras áreas del continente, Kirchhoff
elaboro una tabla en la que menciona los elementos típicos mesoamericanos, los
elementos que comparte con otras áreas y los elementos ausentes en Mesoamérica.
Entre los elementos exclusivos más representativos se encuentran el uso del
calendario de 18 meses con 20 días, la construcción de pirámides escalonadas,
el juego de pelota, el uso de la cóa, etc. Los pueblos mesoamericanos arribaron
al territorio en diferentes épocas. Todos hablaban distintas lenguas, y en
determinado momento lo que los unió como unidad cultural fue el cultivo del
maíz, una tradición compartida y una historia común: “los elementos nucleares
de la tradición mesoamericana fueron productos de las formas de vida que genero
el sedentarismo agrícola”.[3] En
efecto, este elemento fue la base para que las sociedades mesoamericanas, a lo
largo del tiempo, fueran desarrollándose y algunas llegaran a erigirse en
verdaderos imperios. No todas las sociedades de esta superárea crecieron de
manera horizontal. Todas presentan un desigual grado de desarrollo, y a decir
verdad, “la unidad mesoamericana no implica necesariamente la existencia de
rasgos culturales comunes, ni deriva de una organización paralela de formas de
organización”.[4] Estos elementos culturales
comunes, que en realidad son bastantes, se fueron conformando durante el
preclásico temprano (2500-1200 a. C.), época de inicio de la vida sedentaria
agrícola. La historia mesoamericana se divide en los periodos preclásico,
clásico y posclásico. La superárea mesoamericana
es dividida en seis áreas, division que toma en cuenta caracteristicas
históricas, etnicas, liguisticas, geograficas y culturales:
1. Golfo. Abarca total o parcialmente
los estados de Tamaulipas, San Luis Potosí, Hidalgo, Veracruz, Puebla y Tabasco.
2. Oaxaca. Abarca totalmente el estado
de Oaxaca y parte de los estados de Guerrero, Puebla y Veracruz.
3. Occidente. Abarca total o
parcialmento los actuales estados de Sinaloa, Nayarit, Jalisco, Colima,
Michacan y Guerrero.
4.
Sureste.
Abarca total o parcialmente los estados de Tabasco, Chiapas, Campeche, Yucatán
y Quintana Roo, Guatemala, Belice, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa
Rica.
5.
Norte.
Abarca total o parcialmente los estados de Durango, Zacatecas, San Luis Potosí,
Tamaulipas, Jalisco
6.
Centro.
Abarca total o parcialmente los estados de Hidalgo, Mexico, Tlaxcala, Morelos,
Puebla y la Ciudad de México.
EL PRECLASICO MESOAMERICANO
Generalidades.
Ya dijimos que Mesoamérica surge con la separación
entre los nómadas cazadores recolectores del norte y los pueblos agrícolas del
sur del trópico de cáncer. Otro elemento muy ligado al nacimiento de Mesoamérica
es la cerámica. Las primeras cerámicas datan del 2400-2300 a. C. y proceden de
Puerto Marqués, Gro., de Tehuacán, Pue., y de Tlapacoya, Edo. de México. Pero
“lo que define el principio del preclásico, y en consecuencia, el de Mesoamérica,
es el surgimiento de nuevas formas de organización social”.[5] Estas
nuevas formas de organización se desprenden del sedentarismo agrícola. Este
simple hecho conlleva a situaciones de desarrollo muy complejas. En el
preclásico temprano las sociedades tribales eran igualitarias, el cultivo era
estacional y se aprovechaban las inundaciones de los ríos. Si bien existían
relaciones de intercambio, las comunidades eran autosuficientes. Ya para el
preclásico medio se fueron desarrollando las técnicas agrícolas: surgían así
canales, represas, terrazas, etc., elementos que hacían que ya no se dependiera
tanto de la época de lluvias. En esta etapa iría aumentando la variedad de las
plantas de cultivo. La interrelación entre diversas regiones poco a poco iría
conformando la unidad cultural e histórica mesoamericana. Fue acentuándose la
especialización del trabajo, hecho que lógicamente implica la producción de un
excedente alimenticio, y esto a la vez traería como consecuencia el surgimiento
de la diferenciación social. Esta diferenciación social comienza a hacerse
presente en el área olmeca y esto se desprende de las variadas ofrendas
encontradas en las tumbas. Junto a esto se da el surgimiento del calendario y
la escritura, elementos estrechamente ligados a las clases gobernantes, que
disponían de ellos para tener el control de la economía y de los aspectos religiosos,
muy importantes para las sociedades del preclásico y en general de todos los
periodos mesoamericanos. En el preclásico medio llegan a surgir importantes
centros como La Venta y San José Mogote. El preclásico tardío se caracteriza
por el declive del mundo olmeca. Las ciudades siguen creciendo lo que hace que
surjan rivalidades para mantener el control político, ideológico y comercial.
El comercio llega a conformarse como una actividad fundamental. En esta etapa
se desarrolla la escritura religiosa, elemento que iría desplazándose desde la
costa del golfo hasta el sureste mesoamericano.
El centro de México, y en especial la cuenca, era una
región con características geográficas excelentes, que propiciaron el desarrollo
de comunidades aldeanas agrícolas que más tarde llegarían a formar grandes e
importantes ciudades urbanas. Se puede suponer que las sociedades del
preclásico temprano eran igualitarias y de economía agrícola.
A partir del 1250 a. C. se da un importante aumento
demográfico, producido por el aumento de los asentamientos, y un desarrollo en
las técnicas agrícolas. Se construyen terrazas, canales y chinampas. Surgen
centros ceremoniales de gran importancia como Tlatilco, Tlapacoya, Coapexco y
Chalcatzingo. En estos centros se concentraban los grupos sociales dominantes
que no estaban ligados a la producción de alimentos. Entonces el linaje empieza
a adquirir una importancia fundamental en el gobierno de estas sociedades. Los
objetos encontrados en este periodo presentan características olmecas muy
marcadas, lo cual evidencia un estrecho contacto entre las diferentes regiones,
como San Lorenzo, Oaxaca y Chiapas. La administración de la economía se
concentraba en el poder político. En cuanto a los aspectos religiosos, el culto
a la fertilidad de la tierra adquiere una notable importancia. Siendo la tierra
el principal sustento de estas comunidades, estas le rendían culto y se daban a
la tarea de elaborar figurillas femeninas que simbolizaban la fertilidad. Otro
elemento fundamental era el agua y en especial el agua del cielo: la lluvia. La
tierra y la lluvia fueron siempre elementos muy presentes en la cosmovisión de
los pueblos mesoamericanos. Otro elemento importante que hay que resaltar es el
carácter dual que adquirían todas las cosas. El orden cósmico dependía de una
dualidad. Así como había noche, tenía que haber día; si existía el bien,
también existía el mal, etc., cada elemento de la naturaleza tenía su parte
masculina y su parte femenina. Este carácter dual se encuentra representado en
figurillas de dos cabezas o de dos caras.
Hacia el preclásico tardío, Cuicuilco se consolida como centro de poder
y se convierte en la ciudad principal del centro de México. A fines del periodo
y debido quizá a las constantes erupciones del Xitle, Cuicuilco desaparece y
toma su lugar el que se convertiría en el lugar más majestuoso del centro por
muchos años: Teotihuacan, “donde los hombres se convierten en dioses”. Esta
ciudad se seguiría desarrollando a lo largo del periodo clásico pero su
surgimiento se da a fines del preclásico, y como ya dijimos llega a
constituirse, a la caída de Cuicuilco en el centro de poder más importante,
incluso llevando su influencia hasta lugares apartados.
Esta región comprende dos áreas culturales: los valles
centrales y la mixteca. A lo largo de todo el preclásico las sociedades
aldeanas igualitarias de los valles centrales fueron transformándose en
sociedades jerarquizadas. Hacia el 1400 a. C. San José Mogote se convierte en
un foco regional importante. Entre el 1150 y el 500 a. C. habrá un considerable
aumento demográfico, lo cual llevara a la creación de un gran número de
asentamientos. En esta época se empieza a dar una marcada diferenciación
social. Esta área mantuvo también un estrecho contacto con regiones del golfo,
del centro y del sureste, así lo demuestran los elementos arqueológicos
encontrados en la región. Hacia el siglo IX a. C. se inician las técnicas de
irrigación que incrementara la cantidad de los productos agrícolas: la
canalización y en algunas zonas el terraceado. Poco antes del 500 a. C. San
José Mogote se consolida como la ciudad principal de la región, pero su poder
irá decayendo en los años posteriores. Cuando el poderío de esta ciudad decae,
se levanta otro importantísimo centro: Monte Albán. Es posible que por la ubicación
de Monte Albán, esta se haya erigido como una ciudad de carácter defensivo. A
lo largo de todo el preclásico esta ciudad ira creciendo en tamaño y población,
y se consolida a lo largo de todo el periodo clásico. Se construyen en esta
ciudad lujosas tumbas que serían para la elite gobernante. Monte Albán ha sido
considerada por algunos investigadores como la primera ciudad de Mesoamérica.
Su arquitectura es notable por la combinación de grandes espacios delimitados
por enormes edificios. Este centro aporta numerosos datos por la cantidad de
lapidas, que representan a diversos personajes.
El occidente mesoamericano se caracteriza por ser una
región cultural muy heterogénea. Los habitantes de esta región carecieron de
una historia común como la que hubo en las otras áreas de Mesoamérica. Poca es
la información que se dispone de esta área para el periodo preclásico. Sólo se
puede intuir que las sociedades llevaban una vida aldeana y que iban
evolucionando muy lentamente hacia formas de organización más complejas. Sin
embargo, la cerámica denominada Capacha nos habla de una antigüedad de estos
pueblos de cerca del 17000 a. C. Esta cerámica procede de Jalisco y Colima.
Otro elemento y quizá el que más llame la atención de occidente son las tumbas
de tiro, llamadas así por estar hechas a base de un tiro en el suelo de
aproximadamente 6 u 8 metros (estilo minero) y enterrar a los muertos en cámaras
subterráneas. Esta tradición de las tumbas de tiro se extiende por Nayarit,
Jalisco, Colima y Michoacán, y abarca desde el 200 a. C. hasta el 600 d. C. Estas
tumbas están acompañadas de ricas ofrendas. Un elemento interesante en cuanto a
esta tradición es que las tumbas de tiro también se han hallado en el noroeste
de sudamericano, lo que hace suponer contactos tal vez vía el océano pacífico. En
la zona de Guerrero, en el sitio de Teopantecuanitlán se han encontrado
elementos relacionados con la cultura olmeca. Este sitio parece haber sido muy
importante, pues es un sitio de grandes dimensiones. Mezcala es otro de los
sitios importantes en el estado de Guerrero. Hay se han encontrado hermosas
esculturas fabricadas con piedra verde. Chipícuaro, aldea que se desarrolla en
el preclásico tardío, presenta una gran cantidad de tumbas que están
acompañadas de ricas ofrendas que contienen instrumentos musicales, perros,
cerámicas, cráneos humanos, etc. A pesar de que las culturas de occidente son
muy diferentes entre sí, todas evidencian contactos con áreas muy lejanas, como
es el caso de las ya mencionadas tumbas de tiro.
EL SURESTE EN EL PRECLÁSICO
El sureste mesoamericano es un área con una gran
diversidad geográfica: la costa del pacífico de Chiapas y Guatemala, las altas
tierras de Guatemala, la región selvática del Peten y las llanuras calcáreas de
la península de Yucatán. En el preclásico temprano existían aldeas dedicadas a
la agricultura, la pesca, la caza y la producción alfarera, la cual era
exportada hacia otras áreas de Mesoamérica. La vida de estas poblaciones en el
preclásico medio estaría marcada por un estrecho contacto con el área olmeca. Hacia
esta época comienzan a edificarse grandes ciudades como Nakbe y el Mirador en
Guatemala, y Calakmul en Campeche. Hacia el 400 a. C. se dan fuertes
rivalidades entre los principales centros de poder, y se comienzan a construir
grande edificios que implicaban el trabajo de miles de hombres. Para esta época
debe de haber existido una compleja y fuerte organización social. Los grandes
edificios destacan en zonas como Tikal, Calakmul y el Mirador.
EL GOLFO EN EL PRECLÁSICO.
Esta región ha sido considerada durante mucho tiempo
como una de las más importantes, pues en ella se desarrolló la que por mucho
tiempo ha sido considerada la cultura madre de Mesoamérica: la cultura olmeca,
cultura que influyo en toda el área mesoamericana durante todo el preclásico.
Cerca de La Venta, en Tabasco, surgieron los asentamientos más antiguos de esta
área. Estos asentamientos, ubicados a las orillas del río Bari, tienen una
antigüedad de 2250 a. C. Eran sociedades dedicadas a la pesca y a la
agricultura. La cerámica que produjeron estos pueblos data del 1750 a. C. Ya
hacia el preclásico medio empieza a conformarse la cultura olmeca. Tres son los
sitios más importantes donde se asientan las poblaciones olmecas: San Lorenzo,
La venta y Tres Zapotes. Estas sociedades tenían una cosmovisión muy compleja,
su mitología está relacionada con diferentes animales entre los que destaca de
manera importante el jaguar, quien llego a constituir una especie de animal
totémico. San Lorenzo floreció entre el 1150 y el 900 a. C. La arquitectura de
la ciudad y sus grandes monumentos revelan una sólida organización social. Las
cabezas colosales quizá representen a los gobernantes de aquellos tiempos. Hacia
el 900 declina San Lorenzo, pero la Venta adquiere un gran poderío, decayendo
hacia el 400 a. C. Después Tres Zapotes es la ciudad de llevará el estandarte
de centro hegemónico. Los olmecas han sido ligados a los grupos de la familia
mixe zoque, desarrollados probablemente en el sureste mesoamericano. La
producción artística de los olmecas es impresionante: enormes cabezas
colosales, pequeñas figurillas femeninas, masculinas y zoomorfas, una gran cantidad
de estelas, importantísima fuente para el desciframiento de la vida olmeca,
etc. Además, es importante señalar la influencia olmeca, regada por todas las
áreas del espacio mesoamericano, que prácticamente vivieron un periodo de globalización olmeca, debido a la
necesidad de establecer redes de intercambio comercial, aunque este fenómeno de
globalización es explicado desde
distintos puntos de vista como el expansionismo, la migración de algunos
grupos, el difusionismo de la religión, etc. Fue el comercio lo que llevo la
influencia olmeca a toda Mesoamérica. Esta influencia olmeca también se explica
por un afán expansionista.
EL CLÁSICO MESOAMERICANO.
Generalidades.
Se le denomina periodo clásico a la época de mayor
auge civilizacional en Mesoamérica. Es la época donde las ciencias y las artes
crecen y se desarrollan de manera importante. En este periodo se acentúan de
manera extraordinaria las diferencias de clase, el desarrollo de las redes
comerciales, la diferenciación entre el campo y la ciudad, quedando aquel
subordinado a esta, pero ésta dependiendo totalmente de aquel. También adquiere
importancia fundamental el linaje. Gracias a las técnicas agrícolas se da un
considerable aumento en la población. Se crean complejos aparatos estatales y
crece en importancia el poderío militar y religioso. Las grandes ciudades se
establecen como centros absolutos de dominio económico y administrativo. La
producción de elementos culturales abunda: cerámicas, estelas, esculturas,
orfebrería, etc. El urbanismo es uno de los elementos más característicos del
clásico. El cuerpo religioso tiene en sus manos el control de todas las
ciencias y las artes. Hablar del clásico mesoamericano es como hablar del siglo
de Pericles en la Grecia antigua.
EL CENTRO EN EL CLÁSICO.
Teotihuacan es la ciudad que más influye en las áreas
mesoamericanas. Viene siendo la ciudad que ocuparía el lugar que los olmecas
tendrían en el preclásico. A lo largo de todo el periodo Teotihuacan llegó a
consolidarse como el más importante centro de control político y económico del
centro de Mesoamérica, y a la vez como el gran centro cultural del área. Su
supremacía se le debe en gran medida al medio geográfico en el que se
desarrolló la ciudad. En Teotihuacan, como en la mayoría de culturas que
basaban su economía en el sistema de
cultivo hidráulico, existen rasgos coincidentes en cuanto a organización
social, económica, política y religiosa, cuyos logros y contradicciones
reflejan las mismas consecuencias culturales. Los teotihuacanos cultivaron
varias plantas alimenticias e industriales: maíz, fríjol, calabaza, chile,
algodón y maguey, entre otras; y realizaron sus faenas agrícolas por el sistema
de “roza” o desmonte, construyeron terrazas de cultivo en las laderas de los cerros, canales de riego y
chinampas en la orilla del lago. La alimentación se completaba con productos de
la caza, como venado, liebre y pavo. También gran parte de la actividad
económica de la ciudad descansaba en el comercio. Un ejemplo de las redes
comerciales de Teotihuacan son las obsidianas halladas en Altun Ha, Belice. La
ciudad fue creciendo poco a poco hasta al gran nivel urbanístico que incluso
hoy podemos apreciar. Teotihuacan fue una ciudad cosmopolita. En ella habitaban
grupos humanos de distintas regiones. Existía por ejemplo un barrio oaxaqueño.
La ciudad en realidad tenía un carácter urbano muy marcado y una perfecta
organización por barrios. Existían los barrios de talladores, de constructores
de navajas y cuchillos, de productores de cerámica, de mercaderes, de militares
de alto rango, etc. No se sabe que es lo que haya motivado esta conformación
pluriétnica de Teotihuacan. La arquitectura de la ciudad fue monumental, tal
como lo demuestran las llamadas pirámide del sol y la pirámide de la luna. Y su
traza urbana incomparable a la de otras ciudades. Es muy probable que los
teotihuacanos basaran su poderío cosmopolita más a la manera de Alejandro Magno
que a la de su posterior paisano Ahuizotl. “Los teotihuacanos no representaron
guerreros con las victimas conquistadas a sus pies o asidas por los cabellos”.[6] Tal
vez la influencia teotihuacana en toda el área mesoamericana se deba más a su
importancia como centro de cultura y comercio que a su poderío político o
militar. La religión era otro elemento fundamental en el pensamiento de estos
pueblos. Las divinidades estaban asociadas con los elementos naturales que
proveían su economía: el agua, la tierra, las estaciones, etc. Especial mención
requiere la famosa serpiente emplumada, que no se sabe si es la representación
de Quetzacoatl o representa la fertilidad de la tierra. Aun con todo el
desarrollo de la ciudad, no hay evidencia arqueológica que muestre que los
teotihuacanos hayan desarrollado un calendario, una escritura y una numeración,
elementos estos inherentes a todas las culturas con un alto nivel de desarrollo.
El nombre de su ciudad le fue dado por los mexicas, muchos años después.
OAXACA EN EL CLÁSICO.
Las zonas oaxaqueñas mejor conocidas para el periodo
clásico son la mixteca alta y el valle de Oaxaca. En el valle de Oaxaca
floreció una ciudad que data desde el preclásico tardío: Monte Albán. A pesar
de no haber tenido una traza urbana como la de Teotihuacan, Monte Albán
presenta una gran riqueza arquitectónica. Sus plazas, centradas entre los
edificios servían para celebrar las ceremonias cívicas y religiosas, albergando
a veces cerca de 15 000 personas. En el sitio se han descubierto varias tumbas
que presentan ofrendas bastante ricas. En dichas tumbas eran enterrados los
gobernantes y nobles de la ciudad. Entre el 600 y el 900 la ciudad adquiere su
máximo esplendor y comienza así un proceso de regionalización, dejando a un
lado los contactos con las poblaciones del valle de México. Algunos glifos en
estos elementos representados tienen un valor fonético, lo que implica ya un
desarrollo de un sistema de escritura, que con el tiempo podrá darnos más datos
acerca de la vida en este centro. Otros centros que se desarrollaron durante el
clásico fueron Mitla, Yagul, Zaachila, Cuilapan, etc.
EL GOLFO EN EL CLÁSICO.
Esta área a los largo del clásico, y al igual que en
el periodo anterior, siguió manteniendo estrechos contactos con las otras áreas
mesoamericanas y especialmente con Teotihuacan. Los sitios que más destacan en
este periodo son Tajín, la Mixtequilla, los Cerros, Remojadas y Tlalixcoyan,
centros que fueron los productores de la cerámica denominada “caritas
sonrientes”. Estas cerámicas son características porque presentan deformación
craneal y mutilación dental. El Tajín, en el norte de Veracruz, constituye uno
de los principales centros del clásico en la zona del Golfo. Hacia el año 700
logro erigirse como un gran centro de poder. Es muy probable que los habitantes
de esta ciudad fueran de origen huasteco.
EL SURESTE EN EL CLÁSICO
Al igual que pasa con el área teotihuacana, el área
maya es una enorme fuente de riqueza y poderío en este periodo. En el clásico
temprano se da una fuerte influencia teotihuacana en todas las regiones del
área maya. Una característica muy notable es el desarrollo de la astronomía, la
escritura y las matemáticas. También se da un fuerte aumento de la población y
se construyen grandes ciudades, adecuadas al entorno selvático de las regiones
de esta área. Si bien no se da una traza urbana como en Teotihuacan, se
construyen y se desarrollan importantes ciudades como Tikal y Calakmul, en la
zona del Peten; Palenque y Yaxchilan en el occidente y Copan al sureste. La
división social consistía en una nobleza y el grueso de la población. Las
ciudades mayas no estaban conformadas como un imperio, pero si tenían una
intercomunicación política y militar entre ellas. El linaje adquirió una
importancia fundamental que hizo que las dinastías se mantuvieran en el poder
por muchos años. En los centros ceremoniales y administrativos destacan las
plazas, los juegos de pelota y los templos piramidales. Los mayas eran
guerreros hasta la medula. Los sacrificios humanos eran una práctica común y
constante entre estas sociedades.
EL EPICLÁSICO.
Generalidades.
El periodo epiclásico es el nombre que algunos autores
dan al clásico tardío. Es un periodo de transición entre la decadencia del
clásico y el auge de los estados militaristas del posclásico. El periodo está
marcado por la caída de las grandes civilizaciones del clásico. Es
característico de este periodo de transición, el clima de inestabilidad
política que propiciaría más tarde el surgimiento de los imperios militaristas
del posclásico. Hacia los años 650/750 d. C. la hegemonía teotihuacana pierde
peso. La influencia de lo que fuera la ciudad más poderosa del periodo clásico
comienza a desvanecerse. Se habla de un descenso radical en la población. Con
la caída de la gran urbe comienza la caída de otras grandes capitales
mesoamericanas del clásico: La Quemada, Monte Albán, Palenque y Tikal entre
otras. La integración mesoamericana lograda por los teotihuacanos comienza a
resquebrajarse. Hacia la última centuria del primer milenio d. C. ya no tienen
poder las grandes ciudades del clásico, e incluso muchas capitales son
abandonadas. Los motivos de esta decadencia han sido tema de discusión de
arqueólogos e historiadores. Varias son las hipótesis que tratan de explicar el
colapso de las diferentes culturas del mundo clásico. Las hipótesis van desde
simples puntos de vista con un enfoque determinista hasta supuestas
revoluciones sociales debido al descontento de las clases bajas o a las
invasiones que se dieron en esta época por los pueblos “bárbaros” del norte. Lo
cierto es que es en este periodo y posteriormente en el posclásico, donde la
guerra llega a tener un papel fundamental, desarrollándose incluso un culto que
pronto alcanzo una enorme importancia. Es esta una época donde se acentúan los
conflictos regionales entre las grandes ciudades, que a la caída de Teotihuacan
buscar obtener el control comercial y político de la región. En este contexto
surgen ciudades como Xochicalco, Cantona, Tajín, etc., que llegaron a controlar
el área de su respectiva región. Existen puntos de vista interesantes que
atribuyen el clima de belicosidad a las continuas pugnas por el control de las
rutas comerciales. Sin embargo, debemos de tener en cuenta que cada región
sufre un proceso de descomposición muy particular, que aunque halla elementos
generales que caracterizan al periodo, no en todas las áreas sucede en el mismo
tiempo ni en las mismas condiciones. Cada área tiene su propia particularidad.
De manera general al periodo epiclásico lo podemos fechar entre el
650-750/900-1000.[7] Está caracterizado por una
gran movilidad social, la inestabilidad política y las pugnas internas y
externas de las grandes ciudades. Tal parece que a pesar de que las poblaciones
de las grandes ciudades del clásico (vr. gr. Teotihuacan) emigran a las
diferentes regiones de Mesoamérica, llevando además de su fuerza de trabajo,
usos y costumbres propios de su cultura, en el aspecto territorial comienza a
gestarse un proceso de regionalización de las diferentes subáreas
mesoamericanas. Los autores describen este proceso de regionalización como un
“proceso de atomización política”. En efecto, a la caída de Teotihuacan, Monte
Albán o Tikal las pequeñas ciudades se liberan de la subordinación que les
debían a los grandes centros y comienzan a desarrollar un control regional que
acabara con la llegada de los toltecas y posteriormente de los mexicas. Surgen
así ciudades como Xochicalco y Cacaxtla en el altiplano; el Tajín en el área
del golfo; Zaachila y Lambityeco en el área de Oaxaca y Uxmal, Kabah y Sayil en
el área maya. Ninguno de estos centros logró controlar de manera hegemónica la Mesoamérica
de esa época como lo hicieran los teotihuacanos. Estas ciudades estaban en
constantes pugnas con otros centros de su misma región, “la relativa
perdurabilidad de cada una de ellas dependía de su éxito en la disputa por los
recursos escasos, la producción especializada, las rutas comerciales, así como
su capacidad de desarrollar controles de tipo estatal”.[8] En
esta época se amplían también los lazos de parentesco por matrimonio, tal vez
con la finalidad de estrechar relaciones consanguíneas entre diferentes pueblos
y por este medio crear confederaciones estatales como la posterior triple
alianza. Este interés por el control político y comercial lleva a desarrollar
todo un aparato militar que se ha visto reflejado en los hallazgos
arqueológicos: las ciudades amuralladas son características de este periodo,
además de que va en un aumento considerable la iconografía, tanto pintada
(murales) como esculpida (estelas), que hace alusión a escenas guerreras y de
conquista. Como ya mencionamos las migraciones traen aparejadas consigo la
exportación-importación de elementos culturales como un determinado estilo
artístico o x pensamiento religioso. Un ejemplo de esto lo podríamos
señalar con el caso de Quetzalcóatl, deidad cuyo culto se presume inició en el
altiplano y que más tarde estaría presente en la zona del golfo y en el área
maya.
EL CENTRO EN EL EPICLÁSICO
La zona de los valles centrales de México siempre ha
sido punto de fusión de diversas tradiciones culturales. Esto desde la
conformación del espacio mesoamericano hasta nuestros días. La geografía del
lugar lo enclava como punto de paso de las rutas comerciales que van de un lado
a otro del país. La época que estamos tratando se caracteriza por ser
precisamente una época de integración cultural entre los diversos pueblos que
en ese momento existen. En Xochicalco se aprecian claramente elementos
culturales que lo relacionan con las culturas de la costa del golfo; Cacaxtla
es otra ciudad, que según una hipótesis pudo haber sido fundada por los olmecas
xicalancas, grupo procedente de las zonas costeras de Tabasco. En las pinturas
murales de este sitio se muestra una influencia plástica de los artistas de la
zona maya y de la teotihuacana. En las pinturas murales de Cacaxtla se ve
reflejada la actividad militar, actividad que comenzaba a hacerse necesaria
para lograr la subsistencia de las ciudades que iban emergiendo en esta época.
Xochicalco es de las ciudades más interesantes del epiclásico. Fue un gran
centro de control de la región de los valles de Morelos, que adquirió
prominencia tras la caída de Teotihuacan. En Xochicalco encontramos elementos
tempranos del culto a la serpiente emplumada, tan común en los pueblos
mesoamericanos. Estas dos ciudades junto con algunas otras, como Cantona,
constituyeron los “efímeros” centros de poder del periodo epiclásico.
EL GOLFO EN EL EPICLÁSICO
Quizá la ciudad más importante, hasta ahora
descubierta, de la zona del golfo en este periodo sea Tajín, que florece entre
los siglos VII y XII. Tajín es una ciudad importante, obtiene el control
comercial tras el vacío dejado por Teotihuacan. En esta ciudad se aprecian
elementos provenientes de otras regiones como lo es el elemento huasteco o
maya. La ciudad debe haber sido en gran centro ritual. Aun hoy día podemos
apreciar los restos de pintura roja y azul que decoraba los grandes monumentos.
La iconografía guerrera también se aprecia en este sitio. Tajín se yergue como
punto estratégico entre la región maya y la zona del altiplano. No se conoce la
filiación étnica de los habitantes, aunque se presume podrían ser de origen
totonaco. Otros investigadores hablan de un origen olmeca. Sea una u otra,
Tajín es considerada, hasta ahora, la principal ciudad de esta época. El
epiclásico, clásico tardío o protoclásico es una época de integración de
diversos elementos culturales, integración que se da en todas las áreas del
espacio mesoamericano. Esta integración solo pudo deberse, según algunos
autores, a la caída de Teotihuacan, centro que actuaba como foco de integración
económica y en alguna medida sociopolítico de Mesoamérica.
EL POSCLÁSICO.
Generalidades.
El periodo posclásico de puede fechar de manera
general entre los años 900-1521. La característica principal de este periodo es
el surgimiento de estados militaristas. Si bien este militarismo ya existía en
el clásico, en este periodo se incrementa de manera radical y la actividad
guerrera se convierte, en algunos casos, en el motor de la historia de estos
pueblos. Otras características son la inestabilidad política, la movilidad
demográfica, que incluye la migración chichimeca hacia los valles centrales, la
difusión de elementos culturales y el expansionismo colonialista. De los
periodos establecidos para el estudio del México antiguo el posclásico es el
que cuenta con más fuentes para su estudio, ya que además de los restos
arqueológicos, se cuentan con los importantísimos códices pre y poshispánicos y
con la valiosísima obra de los cronistas, frailes o conquistadores, del siglo
XVI. Uno de los procesos importantes y que determinaran el surgimiento de los
grandes imperios militares como el mexica, fue el arribo en masa de las poblaciones
chichimecas hacia lo que es el valle de México. Los chichimecas se
caracterizaban por ser pueblos bárbaros, las fuentes los describen como gente
que andaba de aquí para allá, sin lugar fijo de residencia y que no conocían la
agricultura. Si bien no es regla general, a menudo los pueblos de
cazadores-recolectores desarrollan una tecnología de guerra más eficaz que la
de los pueblos sedentarios, esto quizá debido al constante cambio de residencia
que obligaba a estos pueblos a guerrear con sus vecinos por permanecer en un
territorio aunque sea de manera estacional. Esta característica de los
chichimecas que penetraron a los valles centrales aumentó el toque violento que
ya de por si vivían los pueblos mesoamericanos. También esta misma
característica permitió a los chichimecas ir consolidando un poder político y
económico de la región, proceso que llega a su cúspide con la formación del
imperio mexica. El expansionismo imperialista comenzó entonces a caracterizar a
los pueblos mesoamericanos quienes “ya no solo ambicionaban un dominio
económico a través del control comercial; buscaban también un sometimiento
político que generara flujos tributarios constantes hacia las nuevas
capitales”.[9] Pero más allá del aparato
militar se necesitaba de una ideología que reafirmara y justificara el
expansionismo colonialista de los estados del posclásico. Surgen entonces mitos
como el del quinto sol y el de Quetzalcóatl, que tuvieron la función de
integrar a la población de manera cultural, mientras que con las armas los
controlaban de manera social. En los aspectos culturales también se hace
notorio el aspecto bélico: se siguen construyendo ciudades estratégicas
defensivas, y la escultura y la pintura mural siguen demostrando que la guerra
era una actividad fundamental. El arte también tendía a “justificar la
expansión de las nuevas potencias”.
El periodo posclásico se subdivide en posclásico
temprano y posclásico tardío. El primero gira en torno a los años que van entre
el 900 y el 1200 y el segundo se ubica entre el 1200 y el 1521.
EL CENTRO EN EL POSCLÁSICO
Sin duda alguna la región que más se hizo notar a lo
largo del posclásico fue el centro de México. Los toltecas y posteriormente los
mexicas retomaron el control que los pueblos de los valles centrales habían
dejado años atrás. Las fuentes hablan de los toltecas como los creadores del
arte y la ciencia. La ciudad de Tula pronto llego a ocupar el lugar de
Teotihuacan. Controlaban las minas de cal y de obsidiana, además de que
disponían de recursos como piedra de basalto, que eran indispensables para las
grandes construcciones. Poco a poco los productos de Tula, en especial la
cerámica y las navajillas e instrumentos de obsidiana, fueron ganando lugar en
el mercado mesoamericano. Y es precisamente en Tula donde se deja ver lo
complejo de una figura importantísima para el pensamiento mesoamericano: Quetzalcóatl,
deidad principal de los toltecas y que tenía como principal sacerdote a un
personaje de nombre homónimo que a la vez era el gobernante de la ciudad. Se
dice que Quetzalcóatl (el sacerdote-rey) engañado por Tezcatlipoca se
emborracha y copula con su hermana. Al no soportar la vergüenza, pues era
tenido por una persona con mucha integridad, emigra con parte de su pueblo
hacia el oriente. En cuanto a los chichimecas, son las poblaciones que
habitaban un vasto territorio que se extendía a ambos lados de la frontera
entre Aridamérica y Mesoamérica, conocido en el siglo XVI como Chichimecapan,
Teotlalpan, Mictlampa o Tlacochcalco”.[10]
Hacia el siglo XII y XIII comienzan a llegar nuevas oleadas de poblaciones
procedentes del norte. Las causas probables: 1) los cambios climáticos que
sobrevinieron y que impidieron el desarrollo agrícola, por lo que los pueblos
norteños tuvieron que ir emigrando hacia el sur en busca de tierras más
fértiles que les permitieran su supervivencia; 2) el vació de poder que existía
tras la caída de Tula, lo que motivo a las poblaciones norteñas a incursionar
en la zona central de México. De las migraciones chichimecas la de Xolotl es de
suma importancia porque comienza a abrir terreno para que penetraran
posteriormente otros grupos como los tepanecas y los acolhuas. Con Xolotl y sus
descendientes las poblaciones del norte logran expandirse por todo el valle.
Con esto se fundaron diversos centros de poder, aunque ninguno logro consolidar
un poder como el que posteriormente obtendrían los mexicas. Así, los
descendientes de Xolotl fundaron ciudades como Tenayuca, Coatlinchan y Texcoco.
Los grupos chichimecas poco a poco lograron controlar la región estableciendo
relaciones de parentesco con la nobleza nativa.
Los mexicas son el pueblo mesoamericano del posclásico
más estudiado, ello debido a la cantidad de fuentes documentales que nos hablan
de esta cultura. A la llegada de los españoles los mexicas mantenían el control
de casi toda Mesoamérica, con excepción de algunos señoríos. Con la caída de
México Tenochtitlan, los frailes y los militares se dedican a escribir sobre
las costumbres y la vida de los mexicas, situación que llevo a generalizar las
costumbres de los diferentes pueblos con los que los españoles se encontraron. El
mejor ejemplo de las sociedades del posclásico es el del estado mexica. Los
mexicas lograron consolidar un imperio cuyo poderío estaba cimentado si en la
práctica militar, pero también en un fuerte control ideológico. La idea de un
lugar mítico de origen les aseguraba un control ideológico a los mexicas sobre
los pueblos subordinados. Existen muchas teorías acerca del origen de los
mexicas. Destaca la que habla de una mítica Aztlán (de ahí el nombre de
aztecas), situada por algunos en el estado de Nayarit; de esta ciudad salen los
aztecas por mandato de Huitzilopchtli a buscar la tierra prometida. Podemos
referirnos con el término azteca a la comunidad que emigro de Aztlán y
para describir la sociedad establecida en México Tenochtitlan se ocupa el
gentilicio mexica. Salen los aztecas de su lugar natal y se dirigen en
peregrinación hacia el lugar señalado por el dios. En el transcurso de esta
búsqueda (dos siglos) llegan a establecer campamentos prolongados en algunas
regiones, por lo que constantemente eran hostilizados por los pobladores originales.
Finalmente llegan a la zona del lago de Texcoco y se establecen por el año
1325. El habitar en un islote traía ventajas y desventajas. Con los años, y
pasando por constantes conflictos internos y externos, logran mantener un
control de la zona gracias al desarrollo de un aparato militar bastante
organizado apoyado en concepciones cosmogónicas que hacían de la guerra una
actividad bastante atractiva (los guerreros, por ejemplo, al morir en combate
pasaban a acompañar al sol a lo largo de su recorrido). Así, los mexicas, de
ser un pueblo constantemente hostigado y expulsado de donde se asentaba, y que
ya asentado fue un pueblo tributario de la ciudad de Azcapotzalco, paso a ser
un pueblo que sometió a tributo a todos los pueblos de la cuenca lacustre y posteriormente
de regiones más lejanas. Mediante alianzas y relacionándose por parentesco con
otros señoríos, los mexicas fueron emparentándose con las poblaciones
originales de la cuenca. Hacia 1430 los mexicas establecen la llamada Triple Alianza,
una confederación entre los pueblos de Tlacopan, Texcoco y Tenochtitlan. De
esta manera se va estableciendo el grupo hegemónico que ira conquistando los
pueblos de los alrededores y los pueblos de las costas de Veracruz, la
huasteca, Oaxaca y otras regiones. Solamente algunos pueblos lograron mantener
su independencia, entre ellos el tarasco y el tlaxcalteca. Las mayores
conquistas territoriales fueron efectuadas bajo el reinado de Ahuizotl. El
imperio mexica estaba en la cúspide del poder cuando llegaron los españoles. El
gobernante desde 1502 era Moctezuma Xocoyotzin, quien llevo al estado mexica a
su época de esplendor económico. Se habla de que en la ciudad había entre 150
000 y 300 000 habitantes muchos de los cuales estaban alejados de las
principales actividades económicas que recaían en los campesinos y en los
pueblos tributarios.
Los mexicas básicamente estaban divididos en dos
clases: la nobleza (pipiltin) y el pueblo común (macehualtin), cada una con las
características que generalmente les son propias: la nobleza con sus
privilegios y la plebe con el peso de tener que satisfacer las necesidades del
estado. La sociedad mexica estaba organizada en torno a los denominados calpultin.
“El calpulli fue esencialmente una forma de organización gentilicia que
incluía entre sus elementos constitutivos la vecindad territorial de las
familias componentes”. [11]
Pedro Carrasco afirma que el calpulli era una extensión territorial
otorgada por el estado a determinado número de familias con la finalidad de que
estas produjeran bienes tributarios. De una u otra manera el calpulli
proporciono excedentes básicos para el sostenimiento del estado. Los pobladores
estaban obligados a pagar tributo tanto en especie como en trabajo para obras
públicas o estatales. Se puede decir que no existía la propiedad privada de la
tierra, que era poseída de manera común por los integrantes del calpulli
quienes tenían la obligación de tributar periódicamente para el sostenimiento
del enorme aparato burocrático mexica. La nobleza no tributaba, al contrario,
tenía la función de administrar los tributos. Existían los esclavos. Los
esclavos adquirían su condición por deudas y estaban obligados a trabajar para
su acreedor con la única paga de los alimentos diarios. Además esta situación
no se heredaba, salvo algunos casos, y podía perderse pagando la deuda. En
cuanto a la tenencia de la tierra tenemos que existían tres tipos de tierras:
la comunal, las estatales y las destinadas a premiar a los funcionarios del
estado. Las tierras comunales se heredaban a los habitantes del calpulli y estaban destinadas a
satisfacer las necesidades de la comunidad, las de las propias familiares y las
tributarias. Esta tierra no podía ser enajenada y cuando no era trabajada se
asignaba a otros miembros de la comunidad. Las tierras estatales estaban
dedicadas al sostenimiento de los habitantes del palacio, toda su comitiva, el
clero el aparato militar, etc. Eran
arrendadas a campesinos sin tierras o trabajadas por esclavos. El poder
político giraba en torno al tlatoani, aunque había delegados en cada
región del imperio. En tiempos de la Triple Alianza el poder se encontraba
compartido, pero conforme se fue incrementando el poderío militar de los
mexicas, estos terminaron imponiéndose sobre sus confederados. Para la
administración de un imperio como el mexica se hace necesario un gran aparato
burocrático que se encargó de todos los asuntos del Estado, como la hacienda,
la administración territorial, el control de los mercados, etc. Los sacerdotes
representaban también un cuerpo privilegiado de la elite gobernante y tenían en
sus manos la educación y el conocimiento científico. En la educación, la cual
era obligatoria, también se veía reflejado la estratificación social: a los telpochcalli
asistían los hijos de los macehuales; a los calmecac asistían los hijos de la nobleza. Algunos autores afirman
que en los calmecac se enseñaba el arte de la guerra, las artes
adivinatorias y algunos oficios primordiales. Por el contrario mencionan que en
el telpochcalli se aprendían oficios como la alfarería, la carpintería,
etc. Durante la permanencia en los templos, los estudiantes practicaban el
autosacrificio y tenían que someterse a una severa disciplina. La excelente
posición que tuvieron los mexicas se debió en gran medida a la conformación de
la Triple Alianza. Los mandos gobernantes de los tres Estados confederados se
apoyaron mutuamente para ampliar las conquistas del centro. El expansionismo
territorial de la Triple Alianza se debió más a la necesidad tributaria que al
acaparamiento de tierras por parte del Estado. Los comerciantes formaban un
grupo social de suma importancia pues eran los que llevaban y traían los
productos elaborados en las ciudades del centro hacia el exterior y los que
traían otros productos y materias primas que no se encontraban en la región del
centro. Los pochtecas servían a veces de espías y embajadores del tlatoani
en los distantes lugares por los que transitaban. El manejo de la historia y de
los mitos era importantísimo para los mexicas. Los mitos eran parte de la
justificación expansionista. La historia también era importante en este pueblo,
quien se decía heredero de los toltecas, aquellos que inventaron las artes.
Casi todo la vida religiosa y el pensamiento cosmogónico giraba en torno a
elementos duales: lo masculino interactuando con lo femenino, el día con la
noche, el norte con el sur, etc. Esta relación dialéctica paso a ser un
elemento cultural fundamental en la civilización de los pueblos del posclásico.
El aspecto religioso de los mexicas es bastante complejo. Había dioses del
cielo, de la tierra y del inframundo. Cada deidad estaba relacionada con
aspectos de la vida cotidiana. La religión fue un instrumento de dominio hacia
los pueblos de afuera y para la propia sociedad mexica. El Estado celebraba
constantemente fiestas rituales públicas que tenían por objeto alimentar la
religiosidad de los feligreses. Contraria a otras religiones, la religión
mexica no cimentó su preocupación por la vida en el más allá. Esta era la vida
que se tenía que vivir, así lo dejaron dicho los poetas de esa época, entre
ellos el célebre gobernante de Texcoco Nezahualcoyotl. La muerte era simplemente
complemento de la consagración.
OAXACA EN EL POSCLÁSICO
Durante el posclásico la región oaxaqueña también
sufrió de rupturas políticas y de la proliferación de pequeñas ciudades en
constante disputa por el control de las rutas mercantiles. La sociedad mixteca
se divide en cuatro clases sociales: el rey y la nobleza; los hombres libres;
los terrazgueros y sirvientes y los esclavos. El rey justificaba su dominio
diciéndose descendiente de los guerreros primigenios. Teniendo en cuenta la
gran diversidad ecológica del área oaxaqueña los señoríos que hay existían lograron
desarrollar un control vertical de los pisos ecológicos, lo que les permitió
acceder a diferentes recursos tanto alimenticios como de materias primas. Los
hombres libres vivían en unidades establecidas a partir del parentesco. Estas
comunidades reconocían un antepasado común y tenían un jefe cuyas funciones
principales eran la organización del culto a la deidad principal y la
organización de la guerra. La unidad política mixteca quiso ser establecida
durante el reinado de un personaje llamado 8 Venado Garra de Tigre, hacia
mediados del siglo XI. Es en este periodo cuando florecen en esta región
ciudades como Mitla, Yagul o Zaachila. Después de la unificación lograda por el
señor 8 Venado Garra de Tigre se libraron un sin fin de guerras internas y nunca
pudo volver a consolidarse una unión de los pueblos de esta región. Debido a la
fragilidad política del área, a los mexicas no les fue difícil colonizar el
territorio.
EL OCCIDENTE EN EL POSCLÁSICO
El área de occidente se caracteriza por la variedad de
culturas que en ella se desarrollan. Además posee un rasgo de suma importancia:
el desarrollo de la metalurgia no solo en objetos suntuarios, sino también en
herramientas como coas, hachas, anzuelos y puntas de proyectil entre otras. La
metalurgia ingresa en esta zona hacia el año 800 procedente de la zonas de
Ecuador y Perú, lo que puede significar la existencia de relaciones comerciales
con lugares remotos, además la arqueología demuestra, en base a la cerámica,
que hubo contactos entre las culturas de occidente con las del valle de México.
En esta zona destaca el Estado tarasco, que llegó a dominar la región y
conservó su independencia con respecto al Estado mexica, que nunca pudo
someterlo. Se dice que los tarascos provenían de las tribus chichimecas. Si
esto es cierto pronto lo demostraron y haciendo gala de sus costumbres bélicas,
pues dominaron la comarca del actual estado de Michoacán. El poder político se
centralizó en una alianza entre las capitales Tzintzuntzan, Patzcuaro e
Ihuatzio. Al igual que en los mexicas, la clase gobernante se mantenía del
tributo de los pueblos de la región. Poco a poco la ciudad de Tzintzuntzan
logra imponerse sobre las otras dos.
EL GOLFO EN EL POSCLÁSICO
Dos son los pueblos que destacan en este periodo de la
costa del golfo: los huastecos y los totonacos. Entre las ciudades que destacan
se encuentran Tabuco, Cacahuatengo, Teayo y Tamuín. Estas ciudades mantenían un
intenso contacto comercial con la zona del altiplano. A la caída de Tajín ya
solamente hay ciudades que ejercen control político y económico sobre una
pequeña porción del territorio circundante. De estas ciudades destaca Cempoala.
La región contaba con diversos productos alimenticios que llamaron la atención
de los estados del centro quienes no tardaron en mandar guerreros para
establecer relaciones.
EL SURESTE EN EL POSCLÁSICO
En el área maya a finales del clásico comienzan a
llegar pueblos procedentes de la costa del Golfo que los autores llaman Zuyua o
Siwan y que se establecen en las diferentes regiones del área maya. Los nuevos
pobladores de la región imponen, para variar, un control sobre los pueblos
nativos. Existe incluso un culto a la serpiente emplumada, representación
típica de los pueblos del centro. Entre las ciudades mayas del periodo
comentado destacan Chichen Itzá y Mayapan. Ambas ciudades relacionadas con la Serpiente
Emplumada, Quetzalcóatl, Kukulcán, Q´ucumatz. Estas dos ciudades junto con
Uxmal conformaron lo que se conoce como Liga de Mayapan. Por conflictos
internos la liga se disuelve y al final Uxmal queda a la cabeza sin poder
organizar un Estado que impusiera un control regional. La estratificación
social consistía básicamente en dos clases: la nobleza y la plebe. La nobleza
tenía las características que ya hemos mencionado y la plebe si bien tenía sus
tierras, estaban obligados a pagar tributo al soberano de la entidad a la cual
pertenecían. Un dato interesante es el uso de los apellidos entre los
habitantes de la zona maya. Sin embargo los procesos que sufrieron las tres
subregiones del área maya, se fueron dando de manera diferente. Pero de manera
general podemos hablar de una primera fase llamada pre-acrópolis y que se
enmarca entre los años 800/1000 y 1100. Tiene como característica la constante
penetración de grupos de putunes al territorio maya; la segunda tiene que ver
con elementos arquitectónicos como los templos con escalinatas por los cuatro
lados; y la tercera tiene que ver con la llegada y la consolidación del poder
de los quiches. Los mayas también desarrollaron una integración regional de
tipo despótico tributario.
CONCLUSIONES.
El periodo posclásico es el periodo de un nuevo orden
político, que se expresaría a través del culto a la guerra, del expansionismo
colonialista, del auge de los sacrificios humanos y de una integración, muchas
ocasiones forzada, entro los pueblos de las diferentes áreas mesoamericanas. Es
también el periodo de las grandes confederaciones estatales que tienen como
finalidad el expansionismo para controlar rutas mercantiles y obtener tributos
de los pueblos conquistados. En un régimen cimentado en el poderío militar
resulta de mucha importancia la creación de una religión que tienda a exaltar
las actividades bélicas. No es casual que el principal templo de los mexicas
estuviera consagrado a dos deidades importantísimas: Tláloc, dios del agua,
elemento indispensable para los pueblos de base agrícola, y Huitzilopochtli,
numen de la guerra, actividad también fundamental para el Estado mexica. Los
mexicas hicieron uso de todo para justificar su dominio. Los mitos los colocaban
como los descendientes de aquellos toltecas que habían creado el arte. Los
procesos de expansión traen consigo el intercambio de elementos culturales de
las diferentes naciones que intervienen en dichos procesos. Esta es una época
de interrelación entre diversas áreas, si bien casi todas sufren un proceso de
regionalización, no pueden evitar la interdependencia mercantil que existía
entre ellas. El gran motor de la historia en este periodo fue el expansionismo
militar que tenían que llevar a cabo los estados para poder obtener los
tributos suficientes para su manutención. Cabe resaltar que en la mayoría de
los casos los pueblos que se consolidan en el posclásico son pueblos que
provienen del norte de Mesoamérica y de más allá de sus fronteras. Los chichimecas
como buenos cazadores y guerreros, familiarizados con las armas, lograr imponer
Estados hegemónicos en las regiones donde se desarrollan. Estos estados se
mantienen en base a un modo de producción despótico tributario. Como el cuerpo
burocrático, alejados de las principales actividades económicas, es muy grande,
es necesario obtener más territorios para obtener más tributos. El posclásico
transcurre así en un clima de belicosidad, de militarismo, de luchas por
obtener el control de los mercados, etc. Es a la vez un periodo de integración
donde confluyen y se fusionan tradiciones culturales muy diferentes entre sí.
López Austin, Alfredo y Leonardo
López Lujan, El pasado indígena, Fondo de Cultura Económica, México,
1996, p. 1-155.
[1] López Austin, Alfredo Y Leonardo López Lujan, El pasado indígena,
Fondo de Cultura Económica, México, 1996, p. 15.
[2] Es importante mencionar que Kirchhoff hace su delimitación de Mesoamérica
basada en el contexto del siglo XVI.
[3] Idib., p. 62.
[4] Ibid., p. 62.
[5] Lopez Austin, op. cit., p. 76.
[7] Desde aquí y hasta que el texto termine todas las fechas señaladas son
después de nuestra era, salvo que se indique lo contrario.
[8] López Austin, Alfredo y Leonardo López Lujan, El pasado indígena, México,
Fondo de Cultura Económica-El Colegio de México, 1999, p. 162.
[9] López Austin, op. cit., p. 177.
[10] Ibid., p. 188.
[11] Ibid., p. 199.
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